miércoles, 18 de diciembre de 2013

LO QUE ESTÁ PASANDO

La cosa se resume en que todo el poder de la relación económica se vuelca del lado del empresario, al que se le dan todas las facilidades para que desarrolle sus iniciativas, que incluyen incentivos fiscales, abaratamiento de los contratos con los trabajadores, liberalización de los despidos, flexibilización de la jornada laboral, en resumidas cuentas, eso que llaman optimizar la productividad a través de “reformas estructurales profundas”, o sea, reducir los gastos al máximo para que los beneficios crezcan y la inversión sea más tentadora, con esos alicientes, se supone que se favorecerá la iniciativa empresarial y, con ella, la creación de puestos de trabajo. Es decir, si puedo tratar a los ciudadanos como objetos productivos de usar y tirar, como si fueran cosas, igual me animo y contrato. La idea no es mala, ya la conocían los egipcios y les sirvió para construir esas pirámides tan bonitas.


“No estamos locos”- El Gran Wyoming

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