Puede ser el campanazo inmobiliario del año. La petrolera Cepsa negocia los últimos detalles del contrato para alquilar la Torre Foster, el millonario y desocupado rascacielos propiedad de Bankia que estaba destinado a ser su futura sede corporativa. Según han confirmado a este diario distintas fuentes del mercado, la compañía controlada por International Petroleum Investment Company (IPIC), el fondo soberano del Emirato de Abu Dabi especializado en el sector energético, ha decidido concederse un activo singular (trophy asset) en tan destacado como nuevo emplazamiento para su filial española.
La operación de la Torre Foster, en la que participa como intermediario la consultora Aguirre Newman, se ha cruzado en el camino de Cepsa de manera casual. En principio, la petrolera tenía previsto trasladarse a las antiguas instalaciones de Repsol, al final del Paseo de la Castellana. Sin embargo, la proximidad de este complejo de edificios con el rascacielos de Bankia, separados por esta arteria urbana, dio pie al actual proceso de negociación, pendiente aún de muchos flecos, como el derecho de opción de compra que quiere garantizarse Abu Dabi para otro de sus fondos de inversión (ADIA).
Bankia decidió poner fin a su relación maldita con la Torre Foster el pasado mes de febrero. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri puso entonces en marcha un 'concurso de ideas' para deshacerse del más cotizado de sus activos inmobiliarios y a la vez el más ruinoso, dado que el precio que pueda obtener dista mucho de los 815 millones que pagó Caja Madrid para hacerse con una de las antiguas cuatro torres del Real Madrid, en este caso la correspondiente a Repsol, que vendió el edificio a finales de julio de 2007, justo antes de que la burbuja inmobiliaria estallara.
Durante estos meses, Bankia ha recibido periódicamente a los principales intermediarios del mercado inmobiliario para escuchar propuestas sobre cómo maximizar la Torre Foster. Formalmente, el proceso ha sido una toma de contacto para medir el feeling de los inversores más que un proceso formal de venta. De hecho, la entidad ha optado al final por comercializar el activo, convencido de que el rascacielos tendrá más valor a la hora de una posible venta con un inquilino que garantice un flujo de rentas, hecho que al mismo tiempo le permite esperar que el mercado se recupere en precios.
En el proceso de reestructuración de Bankia, el rascacielos maldito pasó a formar parte de la cartera de BFA, el holding al que las siete cajas de ahorro fusionadas aportaron sus activos más problemáticos a modo de cajón de sastre. Posteriormente, tras el rescate del FROB y el traspaso de activos al ‘banco malo’ de la Sareb, la colosal Torre Foster se mantuvo bajo el perímetro de la entidad, en la cartera de participaciones gestionada por Manuel Lagares, a quien corresponde su liquidación ordenada siguiendo la hoja de ruta marcada desde Bruselas.
Durante meses, en los momentos de más tensión financiera, la necesidad de capital de Caja Madrid colocó en una situación muy controvertida al singular rascacielos, generando un debate interno sobre la conveniencia o no de cambiar de sede y, por tanto, de vender la torre, donde sólo ha llegado a ocupar dos plantas. No en vano, tuvo que recurrir a esta decisión a la desesperada, a pesar de las ineficiencias, ya que le permitía calificar el edificio como de uso propio y podía amortizarlo en 50 años, porque de lo contrario se consideraría un adjudicado más y no podría ser amortizado.
Sin embargo, el deterioro del valor del activo impidió su venta, pues habría generado minusvalías inasumibles para el balance de la entidad. Ahora, una vez nacionalizada y con las cuentas saneadas, cualquiera que sea el precio obtenido computará como beneficio. A pesar de la falta de referencias en el mercado, la adquisición de Torre Picasso a finales de 2011, por la que el millonario Amancio Ortega pagó 400 millones a FCC, con un descuento del 50% respecto a su valor más alto, es uno de los ejemplos que se utilizan para comparar el descuento que puede tener el rascacielos de Bankia.
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