jueves, 6 de mayo de 2010

EL RINCON DEL MIERCOLES por Corto Maltes

Probablemente nadie la miró de soslayo en las tardes inquietas de abril, nadie comprobó asombrado sus mil y una dulzuras y es casi seguro que sus pechos no recibieron el honor de la admiración de los hombres. El tiempo, cruel casi siempre, a ella la compensó; un día emergió de su penumbra perpetua con insolente voracidad por la vida. Decidió vivir, vivir intensamente, acaso inmersa en un incierto éxtasis mareante. Comprendió de repente que sólo ella podía elegir entre existir o ser la proyección del sueño de otro.


Y eligió la vida.

Esa tarde un lector descubrió perplejo que Dulcinea había desaparecido de todas las ediciones del Quijote que pudo consultar.

No hay comentarios: